La realidad es que todos los cambios digitales y tecnológicos que se han venido presentando han sido consecuencia y responsabilidad de la misma sociedad, con el tiempo se ha cambiado de gustos, de necesidades, de expectativas y de formas de ver la vida, por ende todos medios, al igual que la fotografía, son un reflejo de la sociedad que los creo, por lo que, también deben de mostrar un cambio y una evolución.
Se mantiene una relación tan cercana con los medios, que se está convirtiendo más que en un lujo, (como lo sería en la antigüedad la fotografía); en toda una responsabilidad y deber como ciudadanos el aprovecharlos para entender, conocer y participar en la transición evolutiva que está sufriendo en constante movimiento el universo.
En relación con la fotografía, ya no es lo que era antes; con las millones de imágenes que proliferan, la misma imagen va perdiendo valor por esa sobredosis de información. Como en todo, la era digital ha llegado con ventajas y desventajas ante la fotografía análoga. Es asombroso lo sencillo que ahora resulta poder tomar una fotografía, desde el momento en que todos cuentan con una cámara, mínimo en su celular, por lo que resulta muy fácil capturar cualquier objeto o situación en cualquier determinado momento; agregando a ello el internet o las redes sociales, se puede tomar una foto del lugar en donde se está y a los pocos minutos publicarla en la red, en donde miles de personas pueden acceder a ella en tiempo real. Sin embargo, por esta misma razón ya no se puede hablar de fotografías, ahora son imágenes, como simples objetos. Un fotógrafo construye la fotografía, pero ahora con los teléfonos móviles no se construye nada; es solo imagen. Cuando se utilizan los teléfonos se toman imágenes, pero sin sentido. A diferencia del fotógrafo que relaciona todo con el encuadre, en las imágenes de los celulares no se construyen relaciones, porque es muy limitado. En definitiva, las imágenes de celulares son importantes, pero diferentes al arte de la fotografía.
La fotografía no solo cambio en su forma mecánica sino también dio un giro totalmente en su función y objetivo. Lo digital implica que sea fácilmente manipulable; mientras que lo análogo surge del mundo tangible, lo digital se basa en abstracciones en donde la palabra “original” pierde valor. La fotografía se ha convertido en toda una industria en donde la frase: “Una imagen vale más que mil palabras…”, ha perdido sentido. Antes, la fotografía demostraba que uno había estado en un lugar, pero ahora la gente no cree en lo que se ve en una imagen.
La fotografía siempre ha sido una interpretación o un punto de vista de lo que efectivamente pasó, pero ahora se vive en una época en la que gracias a la era digital, las imágenes son creadas para su reconfiguración; son maleables y manipulables. Se podría mencionar incluso que, la autonomía del fotógrafo ha perdido cierta autenticidad. El fotógrafo profesional y el modelo han perdido el valor que tenían integrándose a un sistema sumamente controlado lleno de alevosía y ventaja.
Con programas como Photoshop lo único que se está tratando de hacer es jugar a ser Dios, manipulando las fotografías, los escenarios, a las personas mismas. Se vuelve impactante el pensar que el ver ya no equivale a creer, y que dentro de varios años las personas ya no podrán estar seguras de lo que están viendo. No saber realmente como era algún pariente suena aterrador. La era digital le ha caído como anillo al dedo a toda esta sociedad que genera cada vez más estereotipos para la aceptación social. Se vuelve demasiado sencillo perder peso, tener ojos claros o el cabello largo gracias a las alteraciones en el software; lo que se busca es la perfección en las imágenes, pero lo que no se ve es que estamos siendo consumidos por imágenes con una realidad ficticia y manipulada.
La reflexión que claramente plantea Fred Ritchin es: ¿Hasta qué punto la manipulación en las imágenes es benéfica?, porque también existe por otra parte el conflicto de derechos de autor en el que las imágenes están al alcance de miles de personas a través de la red, por lo que resulta imposible controlar su acceso. La fotografía digital lleva consigo fines sociales, políticos y comerciales, creando nuevas realidades difíciles de distinguir del mundo real a beneficio de quien se quiera.
El problema es que también es necesario que siga existiendo esa transparencia que existía en lo análogo, en particular con el fotoperiodismo. Si las fotografías de una publicación se someten a una manipulación con el fin de “mejorarlas” lo único que lo se lograra será falsear la información y poner en duda su fuente.
Ritchin logra una analogía precisa para la nueva era fotográfica: “La fotografía se está convirtiendo tan solo en un boceto de una imagen vulnerable a la modificación”, y es que el proceso fotográfico se realizará después de accionar el obturador, a partir de ese momento es cuando realmente se comienza con la creación.
La fotografía, tal como la hemos entendido ahora, está llegando a su fin, y con ella una manera de representar al ser humano. Las nuevas tecnologías que permiten generar imágenes, sin duda alguna han superado algunas de las limitaciones de la fotografía análoga.
Las redes sociales, los programas que permiten retocar una toma, los juegos virtuales que emplean imágenes humanas y la fotografía digital no sólo están cambiando nuestra concepción del mundo o nuestra noción de arte, sino la imagen que tenemos del ser humano y es que nosotros también nos estamos transformamos y nos vamos hacia la conversión de imágenes en potencia.
En “Después de la fotografía”, Fred Ritchin, ofrece el más brillante análisis posible de las nuevas imágenes al tiempo que propone los parámetros para analizar la naciente "imagen fotográfica”, donde deja claro que es de suma importancia el ver hacia donde se dirige la fotografía ya que: “La fotografía es el pasado que entabla una conversación con el presente sobre el futuro”.